...En lo más hondo de mi alma...


La noche se cernía en torno al mar, un mar inmenso, tan grande como su infinita tristeza.
Aun recordaba el llanto. Una fría lágrima que nacía de unos ojos como la flor que muere en el intento de sobrevivir entre la cruda tempestad.
Mucho tiempo había pasado, quizá demasiado recordando, desde que la felicidad emigró de su lado hacia corazones más cálidos dejándola a ella sola y desamparada ahogándose en sus propias angustias, vagando desesperadamente buscando su puerto.
Pero todo había acabado, dejando pendiente el comienzo de su propia vida, de su propia historia, en la que, esta vez, ya no está sola.
La sinuosa forma del recuerdo la acompañará entre las sombras, dándole el calor que no pudo darle en la niñez. Exprimiendo cada segundo de su inmadura vida, que por suerte o por destino, alguien se había empeñado en robarle.
Por eso pienso que solo plantando cara puedes jugar con la vida, y solo sufriendo por ello podrás gastarle una broma.

Riwel. 2005.

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